jueves, 10 de julio de 2014

Soñando con verduras

     Para Martín estaba claro. El mundo esta lleno de cosas asquerosas.

    Los guisantes, las acelgas, las espinacas,  las alcachofas, el apio,los puerros, los espárragos...    por no hablar del brécol. 

     Desde pequeño había empezado una guerra contra las verduras. No le gustaban, y eso hacía que mamá y papá a veces se enfadaran.

    Pero Martín lo tenía claro. Las verduras no podían ser buenas para nadie, y menos aún para los niños. Cuando en casa papá o mamá las cocinaba se llenaba todo de un olor desagradable y a Martín le costaba respirar.

    Tanta era su obsesión, que por las noches se despertaba dentro de sueños fascinantes. En los que, con su espada y su caballo, tenía que acabar con todas las verduras del mundo. Cuando las lechugas veían a Martín acercarse se echaban a temblar, a las escarolas les entraba una risa nerviosa, incluso se podía escuchar llorar a la rúcula si prestabas atención. 

     Martín era el terror de las verduras en sueños, pero en la realidad, las verduras eran el terror de Martín.

   Siempre que las verduras se subían a la mesa, Martín adoptaba su postura de defensa: la boca bien cerrada y los brazos cruzados formando un escudo. Al final tenía que comérselas, pero las masticaba tan rápido y con los ojos tan cerrados que no pensaba nunca en el sabor. A veces hasta se tapaba la nariz para tragarlas.

    Según Martín iba creciendo, mamá se ponía más pesada con las verduras. Ya estaba harto de escuchar todo el rato lo mismo:

    ¡Hay que comer verdura! HAY QUE COMER VERDURA hay que comer verdura HAY QUE COMER VERDURAS HAY QUE COMER VERDURAS hay que comer verduras hay que comer verduras.

    Una noche se concentró tanto en su sueño que se convirtió en realidad. ¡Martín terminó con todas las verduras del planeta! Fuera guisantes, acelgas, espinacas, alcachofas, apios, puerros, espárragos, brécol, rúcula, escarolas, lechugas.... No dejó ni una. Eliminando las verduras, eliminaba su problema. O eso creía él.

    Cuando se despertó las cosas parecían extrañas. En la televisión repetían constantemente: ¡Han desaparecido las verduras! 

    Algunos granjeros salían llorando. Los expertos  hablaban de los pájaros, tortugas, conejos, orugas, muchos animales se alimentaban de verduras, y ahora habían desaparecido.

     La gente se alarmaba, pero Martín estaba convencido de que en cuanto esos animales probasen otra cosa olvidarían las verduras. 

      Las cosas no pasaron tal como Martín creía. Las verduras eran indispensables para vivir. 
Los pilotos de  avión no veían tan bien sin las zanahorias. Los obreros no podían construir casas sin las espinacas, no tenían fuerza. Los niños estaban sin ganas de jugar. Y nadie había vuelto a crecer.

      Entonces Martín entendió lo importante que era comer verduras. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia su cama, sabía lo que tenia que hacer para que las verduras volvieran. 

      Cerró fuerte los ojos para entrar en sus sueños, y se imaginó comiendo espinacas,  acelgas,  espárragos y todo tipo de verduras. Todas sabían de maravilla. A demás, con cada mordisco, Martín se volvía mas alto, mas listo, y más fuerte.

Cristina Requeijo

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