domingo, 2 de noviembre de 2014

Me lo pido


 Ya se acerca la Navidad, días de ilusión, días para pasar en familia y disfrutar de los pequeños de la casa. Y como todos los años (cada vez antes),  ya empiezan a aparecer esos anuncios de juguetes “fantásticos”, y a llegar a casa esos catálogos abrumadores de más de 100 páginas, donde aparecerán los protagonistas de las cartas que los niños escribirán a los Reyes Magos.

Recuerdo que cuando era una de esas niñas, yo también miraba embobada los anuncios de televisión, y acumulaba catálogos de distintas tiendas, a los que dedicaba mucho tiempo, sentándome con mi hermano, señalando todos aquellos juguetes que no podían faltar en nuestras cartas; y que desbancarían a ese juguete preferido que había sido mi compañero desde la Navidad anterior.
Después de tan larga espera, cuando llegaba esa mañana, la mañana de Reyes, lo primero que hacías era ver el número de paquetes que estos habían dejado para ti, si tenías suerte tendrías una gran montaña, pero si no… ya estabas de mal humor. Y ¡uy! si a pesar de tener 10 regalos, no te habían regalado esa muñeca que estaba tan de moda y que todas tus amigas iban a llevar al colegio días después. ¿Cómo podías ir el primer día de colegio sin la muñeca?

Hoy en día, como yo en su momento, ves abrir a los niños los regalos, y te das cuenta del poco valor que les dan. Cuando tienen tantos regalos, les invade un ansia, donde no se preocupan ni de quitar todo el papel y disfrutar del momento, si no de abrirlos uno detrás de otro sin detenerse a ver que es, como si tuvieran prisa, como si se los fueran a quitar. También te das cuenta de que la mayoría de los regalos, son regalos para jugar uno solo,¿y el juego cooperativo?.

No nos damos cuenta de la importancia de estos detalles, no nos damos cuenta de que esto también educa a los niños. Considero que con estas edades los niños son muy influenciables, y que serán lo que nosotros queramos que sean.
Entiendo que son momentos muy cargantes, y que con tal de quitarnos el “marrón” de encima, compremos sin medir y sin detenernos a pensar lo que estamos regalando. Con tal de que nuestros niños estén contentos… ¿qué mas da?.

Recuerdo que un año, tuve muchos regalos, más de los que podía imaginar, pero mi abuela me regalo una gran caja de pinturas con acuarelas, pinceles, rotuladores… y a pesar de esa muñeca que tanto quería y del resto de regalos que tuve, ese fue el que más me gustó.

Animo a los padres a que piensen bien los regalos de sus hijos, que observen lo que les gusta, a lo que dedican su tiempo, si lo hacen encontrarán los verdaderos regalos. Los niños se encargan de darnos señales constantemente, ahí está la importancia que tiene nuestro papel, de aprender a entender y comprender esas señales. En mi caso cuando iba a los restaurantes, garabateaba en servilletas con el bolígrafo que  mi madre llevaba en el bolso; para otros no hay mejor tarde que en la que ayudas a papá a hacer un bizcocho; a otros les gusta toquetear la guitarra de mamá, …  Hacer caso a estas señales, observar a vuestros hijos y atender sus inquietudes, así conseguiréis niños mas felices y con una personalidad de peso.

Gloria Ruíz Izaguirre


No hay comentarios:

Publicar un comentario